Que el Presidente de la República impulse una Gran Misión de nueva generación dedicada a la música, la danza, el canto y los ritmos tradicionales venezolanos es, sin lugar a dudas, un hito histórico y una prueba contundente de lo consciente que está el Mandatario de la efectividad que tienen estos elementos de la cultura venezolana para fortalecer el sentido de identidad, elevar la moral y seguir construyendo soberanía.
En cada uno de sus vértices pueden vislumbrarse planes y políticas que abarcan todos los ámbitos de acción para garantizar resultados exitosos. Desde la atención a la infancia y los jóvenes para familiarizarlos con estas referencias sonoras y dancísticas al darle presencia en las escuelas y en las comunidades, hasta la seguridad integral para los cultores y portadores de saberes que han batallado toda su vida desde esa trinchera de la resistencia cultural que es el repertorio nacido en el corazón mismo de la Patria.
También las manifestaciones patrimoniales, sobre todo aquellas que incluyen en su ritualidad a la música y la danza, tendrán su correcta atención respetando la espiritualidad que las envuelve. Creando conciencia en todos los espacios, institucionales y comunitarios, de la importancia de salvaguardar estas tradiciones que son memoria viva de nuestra conformación como pueblo y Nación.
La investigación, la promoción y difusión, la internacionalización, el apoyo a iniciativas productivas y la legislación, son algunos de los aspectos que abarca esta hermosa Gran Misión Viva Venezuela, tan esperada y anhelada por nuestro pueblo cultor. Sean los valores tradicionales los que constituyan nuestra espiritualidad y la de las futuras generaciones. Ellos serán el arma más poderosa que esgrimiremos para amar y defender al país más hermoso del mundo.
II
La Gran Misión Viva Venezuela fue definida por el Presidente Nicolás Maduro como una vacuna para inmunizar a nuestras niñas, niños y jóvenes contra los antivalores y la desculturación, a través de modelos que inspiren, desde lo identitario, el orgullo por la venezolanidad y, por ende, el amor a la Patria. Para que está sea su norte, su territorio vital, tanto geográfico como espiritual.
En conversación con Iván Pérez Rossi, el autor de las mas sublimes canciones infantiles venezolanas le decía al presidente que además era antídoto, porque iba a servir para neutralizar los efectos en los ya inoculados. Un gran reto tomando en cuenta que todo esté proceso ideologizante nos llegó a convencer de que la minusvalía cultural del venezolano, en contraposición con la vasta y civilizada cultura europea, era un asunto divino, indiscutible y eterno. Un proceso que se inició hace 500 años y por lo tanto resultaba obvio pensar que ya había invadido y se había apoderado de todos los niveles de consciencia de nuestro pueblo haciéndolo prácticamente irreversible. Un proceso al que le inyectó nuevas referencias el colonizador del siglo XX, el imperio norteamericano. El reto de la Gran Misión será lograr que ese antídoto haga su efecto liberador.
El ministro Ernesto Villegas también aportó en la definición de este hermoso proyecto al considerarlo vitamina. Porque a través del desarrollo de sus vértices estará atendiendo al pueblo cultor, fortaleciendo sus potencialidades, dignificando su calidad de vida, garantizando todas las condiciones para que cumpla a cabalidad con esa misión transformadora, descolonizante y constructora del hombre y la mujer nuevos.
La Gran Misión Viva Venezuela, como vacuna, antídoto y vitamina, será el instrumento esencial para alcanzar la revolución cultural.