Hay eventos que conmueven el alma porque son profundamente humanos. La última entrega de los Premios Nacionales de Cultura, la tarde del 11 de abril de 2023, fue, sin lugar a dudas, uno de ellos. Fue un hermoso compartir entre creadores, seres queridos, pueblo cultor y el Presidente obrero Nicolás Maduro, acompañado de los máximos encargados de la gestión cultural como lo son el Vicepresidente Sectorial de Comunicación, Cultura y Turismo, Freddy Ñáñez y el Ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas Poljak.
Ver a Luisa Pérez Madriz “Luisin” subir descalza, conectada con la madre tierra, a recibir su premio, es recordar el grito que emitió cuando me tocó darle la noticia. Creo que ese grito de emoción, de alegría sincera, de agradecimiento porque se valoró su terca labor de hormiguita, al frente de La Muchachera de Curiepe, no abandonará mi alma por el resto de mi vida.
Encontrar entre los premiados a Gabriel Saldivia, y que no esté allí por poeta, que lo es y de manera admirable, sino por dominar el arte de la seducción para inducirnos a leer y a escudriñar entre libros en busca de prodigios.
Recibir de Guiomar Narváez una clase amorosa de historia de la música en Venezuela transfigurada en hoja de vida. Ser testigo del milagro de sanación que obró en Jorge Luis Esteva quién llegó con mucha dificultad al acto y regresó a su hogar renacido y feliz. Son apenas unos fogonazos de lo ocurrido esa tarde.
No soy como esos cazadores de ausencias que gustan de resaltar a los faltantes, pero una ausencia me dolió. Fue la del maestro Daniel González, quién decidió partir el mismo día en que se hacían públicos los veredictos. Me hubiera gustado encontrarlo allí para preguntarle sobre esa serie alucinante de fotografías que hizo en 1965 durante el concierto que ofreció Alirio Díaz en su aldea nativa, La Candelaria, a su regreso de Europa. Imágenes que captan la virtud más resaltante del guitarrista. El vínculo indivisible con su pueblo.
Con la entrega de los Premios Nacionales de Cultura también se dio la primera emisión de los premios Glorias Artísticas, creado, de acuerdo al artículo 34 del título VI de la Ley de protección Social al Trabajador y la Trabajadora Culturales, para reconocer a artistas y agrupaciones, que con su labor hayan aportado al acervo artístico y cultural de la Nación por más de treinta años.
Fueron trece los galardonados en esta primera entrega, y fue diversa la elección, sin mezquindades y bajo el espíritu reivindicativo que inspiró dicha ley, pensada, entre otras cosas, para atender a un sector de la población que, debido a la naturaleza de su oficio, se entrega durante años a un público que lo admira y luego, cual producto al que le llegó su fecha de vencimiento, es desechado por el medio de difusión que bien supo lucrarse de su imagen. Sin embargo, la reacción del público presente esa tarde en la Sala Juana Sujo de la Casa del Artista y las reacciones ofrecidas a través de las redes sociales, demostraron que todos ellos siguen instalados en algún rincón del alma de nuestro pueblo.
Del evento, resalto las palabras de Asdrúbal Meléndez, verdadero ser renacentista, creador integral del teatro, el cine, la televisión (actor, escenógrafo, dramaturgo) y de las artes plásticas. Su preocupación sincera por la importancia de las disciplinas artísticas en la escuela para la formación de valores en esas mujeres y hombres nuevos, sensibles, generosos, solidarios.
Bajo la lógica del mercado y la industria del entretenimiento, el Glorias Artísticas viene siendo una suerte de “Anti Premio” porque no tiene la intención de vender y promover el consumo de un trabajo artístico convertido en mercancía. Es, por el contrario, un reconocimiento en su sentido más noble. Eso lo dignifica.
Foto: albaciudad.org