Ignacio Barreto
Una película basada en personajes históricos siempre es un reto para quién conduce el proyecto. Hay una serie de tomas de decisiones que tienen que ver con la intención del creador ¿Qué quiere contar? Hay películas donde el personaje sirve al autor para presentar alguna tesis. Emblemáticos casos son Danton de Andrzej Wajda, y Amadeus, película de Milos Forman que, aunque tiene algunas pinceladas biográficas de Mozart, no puede verse como una biografía en su sentido riguroso. La película trata acerca de la tragedia de un ser humano capaz de reconocer la genialidad creativa pero no de poseerla. Para contar esta tragedia, Forman construye los personajes de su película inspirado en los compositores Mozart y Salieri, pero no en una veracidad histórica.
Hay casos donde el director, más que la fidelidad de los hechos, lo que quiere representar es el mundo interior del biografiado, su cosmogonía, la atmosfera de su obra creativa. En todo caso, incluyendo aquellas películas que puedan considerarse fieles al personaje, siempre será responsabilidad del director la manera de echar el cuento así como qué parte del cuento quiere mantener y cuál desecha, en función de la obra artística, y creo necesario recalcar lo de artística.
Porque una obra cinematográfica, incluso siendo un documental, es creación artística. Obviamente que en el documental debe prevalecer la veracidad de los hechos. Aun así, lo creativo se manifiesta en la manera como el director presenta esos hechos. Pero una película de ficción, basada o no en hechos reales, no tiene por qué ser rigurosa y tampoco tiene la obligación de presentar la dimensión total del personaje que intenta referenciar. Bajo esas premisas permítanme hablar en una segunda entrega acerca de la hermosa película “Alí Primera” de Daniel Yegres.
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07/11/2024